Testimonios

30 junio, 2017
Testimonios

Me llamo Lautaro y voy a leer la Parashá Jukat, que está en el libro Bamidbar (Números). “Jukat” viene de la palabra Jok, que es “Ley”. Refiriéndose a ciertas leyes que Hashem ordena al pueblo a través de Moshé en esta Parashá.

En la Parashá Jukat, Moshé enseña las leyes de la Vaca Roja, cuyas cenizas purifican a una persona que fue contaminada al ponerse en contacto con un cadáver. Luego de 40 años de viaje a través del desierto, el pueblo de Israel arriba al desierto de Zin. Miriam fallece y el pueblo queda sediento de agua. Hashem dice a Moshé que hable a una piedra y ésta le dará agua. Pero Moshé se enoja con el pueblo y golpea la roca, en lugar de hablarle. Fluye agua, pero Moshé es informado por Hashem que ni él ni su hermano Aharón ingresarán a la Tierra Prometida, por su actitud de enojo y falta de fe. Aharón fallece en Hor Hahar y su hijo, Elazar, lo sucede en el puesto de Sumo Sacerdote. Serpientes venenosas atacan el campamento Israelita luego de que la gente habla contra Di-s y Moshé; Di-s manda a Moshé a colocar una serpiente de cobre sobre un palo alto, y todo el que observe hacia lo alto será curado. Moshé lidera al pueblo en las batallas contra los reyes Emoritas Sijón y Og (que buscan impedir el paso del Pueblo Israelita por sus territorios) y conquista sus tierras, que se encuentran al este del río Jordán.

Lo que más me interesa de esta Parashá es el enojo de Moshé y sus consecuencias. Me sorprende la cantidad de veces que Moshé se enoja a lo largo de todos los años en el desierto, pero igual siempre sigue adelante, o se aguanta el enojo, porque seguía creyendo y confiando en Hashem. Pero en este episodio de la roca, Moshé se enojó de más y Hashem le prohibió la entrada a la Tierra Prometida. Moshé podría haber expresado su descontento con el pueblo sin llegar al punto de enojarse, y por lo tanto, sin modificar lo que Hashem le ordenó. Pero no fue así. Con su descontento, Moshé llegó al punto de “explotar” de tanto enojo, y eso afectó su actitud: en vez de hablarle a la roca, la golpeó; y esta actitud de no obedecer el mandato de Hashem lo terminó perjudicando, no pudiendo entrar al final a la Tierra Prometida.
Este tema se conecta conmigo, porque generalmente me enojo mucho. Cuando pasa algo malo, me enojo y reacciono enojado, o me enojo por dentro y me lo aguanto sin reaccionar. Me suelo enojar cuando mi hermana me molesta, o cuando siento que hay alguna injusticia.
Aprendo de esta Parashá que, con el enojo, podemos perjudicar a alguien, pero también nos perjudicamos a nosotros mismos. Nos estresamos, estamos nerviosos, preocupados, no podemos ver ni entender bien las cosas cuando estamos enojados. También, estando enojados no medimos bien las consecuencias de nuestros actos, y podemos hacer cosas por las que después nos vamos a arrepentir, como le pasó a Moshé. También, aprendo de esta Parashá que nuestro enojo siempre tiene consecuencias. Por eso, es bueno saber controlarse y no llegar al punto de enojarse.
En el libro Kohelet (Eclesiastés), el rey Shlomó escribió: “No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios” (cap. 7, pasuk 9). Entiendo de esto que las personas cuando se enojan no analizan las consecuencias de sus actos. Para mí esto significa que no hay que apurarse con el enojo, es mejor intentar corregirlo hablando, calmándonos, pensando en la situación. Porque si nos apuramos con el enojo, después no medimos bien las consecuencias de nuestros actos.
Me propongo esforzarme para evitar enojarme, buscando algo que me distraiga del enojo, evitar acercarme a las cosas que me hacen enojar, y controlándome más. Si hay una situación que me produce enojo, me calmo, trato de alejarme para poder pensar mejor antes de actuar, y así no actuar enojado y después arrepentirme de lo que hice. De esta manera, no perjudico a nadie, ni a mí mismo, y evito salir lastimado o lastimar a alguien.